Lengua de Señas
Una pequeña historia que tocara tu corazón
Desde que tengo memoria, el mundo siempre ha sido un mar de silencios para mí. Nací con una malformación en la oreja derecha, y pronto mis padres descubrieron que mi oído izquierdo tampoco funcionaría como debería. Vivir sin poder escuchar los sonidos de la vida ha sido un desafío constante, pero más aún ha sido adaptarme a un mundo que pocas veces piensa en nosotros, los que vivimos en silencio.
A lo largo de los años, he aprendido a adaptarme de muchas formas. Me convertí en un experto en leer labios, en hacer señas con un lenguaje que muchos no comprenden, y en escribir rápidamente en mi teléfono o en cualquier hoja que tuviera a mano.Cada conversación es una batalla por ser entendido, un intento de encajar en un espacio donde la voz es la herramienta principal. Sin embargo, la incomodidad de los demás, las miradas que esquivan la mía y la frustración de no poder comunicarme plenamente me han hecho sentir invisible muchas veces.
Es por eso que este nuevo proyecto, Aprendiendo Juntos, despierta en mí una emoción que no puedo describir con palabras. Saber que estamos empezando a construir algo que puede cambiar la forma en que las personas como yo se relacionan con los demás me da esperanza. Imaginar un mundo en el que la lengua de señas se enseñe y se use de forma tan natural como hablar me llena de ilusión. Pienso en todas esas veces que desee que alguien pudiera entenderme sin que yo tuviera que recurrir a escribir o hacer señas exageradas, y veo este proyecto como un paso hacia esa realidad.
Introducir la lengua de señas en nuestra sociedad sería un acto de amor y empatía. No solo sería beneficioso para nosotros, los que no escuchamos, sino que enseñaría a todos a mirar más allá de las palabras y a conectarse de una manera más profunda. Me emociona ver cómo Aprendiendo Juntos puede ser el comienzo de un cambio, un puente que nos una y nos permita ser parte de conversaciones que no necesitan que se escriban, sino que se sientan.
